Dejar la Adicción es una Decisión Propia
Soy Nicolás, nací y me he criado toda la vida en Madrid. Mi vida antes de empezar a consumir drogas era normal como todo chico, salía poco, estudiaba, hacia actividades extracurriculares como karate, iba al gimnasio, jugaba fútbol y tocaba el piano.
Recuerdo que uno de los momentos más felices antes de empezar a consumir drogas fue ir a Burgos donde mis abuelos. La pasaba súper bien y salía con mis amigos que tenía allá. Y otra cosa que me hacía feliz era hacer karate, me daba mucha paz, equilibrio y constancia, me sentía motivado realmente.
Pero todo eso cambió porque a la edad de 16 años empecé a usar drogas por primera vez, mi curiosidad me ganó. Todos mis amigos fumaban porros y yo quería saber qué se sentía, así que le pedí a uno de mis amigos más cercanos que compráramos para probar. Un día y fumamos, fumé hachís y marihuana. Al transcurrir el tiempo iba probando más cosas. Recuerdo que otros amigos tenían cocaína y también la probé. Luego otro amigo me ofreció anfetamina y a veces pasaba hasta 3 días sin dormir y no llegaba a dormir a mi casa. Cada 3 ó 5 meses consumía LSD, zetas y pastillas éxtasis (MDMA) pero éstas eran esporádicas.
Pero como todo, el llevar este ritmo de vida tuvo sus consecuencias. Pasaron como 3 meses sin que mis padres se enteraran. Mi madre se dio cuenta primero y luego ella le contó a mi padre. Mi madre me encontró un bote de marihuana en mi cuarto; me castigaron no dándome dinero. Luego, como no dejaba de consumir, me regañaron más a menudo o me echaban de la casa. Recuerdo que me iba hasta por una semana. Y si no tenía porros me emborrachaba. Todo esto creó una desconfianza total con mis padres y el resto de la familia. Ya no me daban dinero. Entonces comencé a vender mis cosas o a robar.
Mis padres buscando solución a mi problema, me llevaron con psicólogos y psiquiatras. Luego me dijeron que me iban a meter a un centro de rehabilitación para que sintiera miedo seguramente, pero seguí fumando igual. Y ese ritmo de vida me duro 2 años y medio.
Llevaba 2 meses fuera de casa y me vi obligado a ingresar a Narconon Los Molinos, era la única condición para regresar a casa y así llegué al centro. Mis padres me habían llevado a conocer el centro. Mi madre ya sabía del centro por medio de un amigo que se había rehabilitado ahí.
La primera vez que llegué al centro me sentía incómodo, porque pensaba que no me había drogado nada y que no era nada grave como para estar con personas que tenían más edad que yo y que pensaba que se habían drogado más. Realmente no me sentía igual a ellos. Por eso fue difícil mantenerme centrado en mi rehabilitación. Con el paso del tiempo iba conociendo las historias de cada compañero que estaba ahí, comencé a sentirme identificado y apoyado. Eso me ayudó a quedarme, me di cuenta de que yo no quiero llegar a cierta edad y seguir consumiendo, porque de seguir con ese ritmo no volvería a hacer nunca las cosas que quiero y me gustan. Estar drogándome y experimentar sensaciones que solo duran un par de horas, que luego te cambian el humor y caes en la realidad, recuerdo que con mis padres estaba enojado todo el tiempo. Es por ello que aprendí a estar más en el presente y a vivir el día a día sin ansiar acabar el programa.
Poco a poco iba viendo mis victorias en el programa. Logré recuperar mis emociones, ser menos impulsivo, tener más control mental y sobre todo entender más a la gente que me rodea.
El día que terminé el programa me sentí muy feliz conmigo mismo. Aunque hubo momentos en que pensé que nunca iba a terminar, estaba impresionado con todos los que me acompañaron en el proceso porque mi camino no había sido nada fácil; había decepcionado a muchas personas.
“Ahora espero con ansias seguir sin drogas, poder entrar al ejército y regresar con la gente que quiero, a mi casa.”
Ahora espero con ansias seguir sin drogas, poder entrar al ejército y regresar con la gente que quiero, a mi casa.
Mi mayor logro fue poder terminar el programa y darme cuenta de que ya no quiero consumir drogas. Eso ha hecho que la relación con mi familia sea mejor y entender como se habían sentido conmigo por mi mal comportamiento. Antes lo justificaba por la falta de comprensión que me tenían, pero en realidad solo querían lo mejor para mí. Les hice pasar muchas cosas malas porque a ellos también les robé para luego venderlo y comprarme drogas.
Estar libre de drogas te hace ver lo equivocado que uno se pone con respecto a las drogas. Ahora podré ahorrar, relacionarme más con mis padres y entrenar físicamente mi cuerpo.
Por todo lo que me pasó a mí, yo aconsejaría a cualquier chico, que con una actitud cerrada al pensar que no eres un adicto y pensar que eres capaz de dejar la adicción cualquier día o la puedes dejar sin ayuda, pues no es cierto, solo son promesas que nunca cumples. Debes fijarte en las buenas personas y rodearte con ellas, darte cuenta de las cosas buenas que dejas de hacer. Pero claro, es que dejar la adicción es una decisión propia, ya sea con ayuda o sin ayuda y tarde o temprano te darás cuenta de que puedes llegar a sentir las mismas emociones sin la necesidad de tener que consumir alguna droga.
Nicolás, Graduado de Narconon Los Molinos